lunes, 1 de enero de 2018

MATÍAS ESCALERA: “PUESTOS A ELEGIR, PREFERIMOS EL GRITO…”


COMENTARIO EN TORNO A “GRITO Y REALIDAD.(POEMAS BÁRBAROS”)


Hay quien opina que los libros se hacen viejos, dependiendo de la fecha de su publicación, por ejemplo los vendedores de libros de ocasión que, generalmente, les dan un mal trato bastante inmerecido, considerándolos simples objeto de comercio menor. Otros creemos que un libro es algo eterno, imperecedero y que abrir sus páginas es penetrar en un mundo siempre nuevo, diferente, aleccionador, interesante. Eso puede suceder si un catorce de diciembre de dos mil diecisiete recibes un poemario dedicado en la mismísima Librería Diógenes de Alcalá de Henares, un espacio mítico para el buen lector y para quien crea en esa inmortalidad de la literatura.

Este es el caso de “Grito y realidad” publicado en la colección  “Poesía/77” por Ediciones Baile del Sol de Tegueste (Tenerife) en el año 2008, o sea ayer mismo, 182 páginas de revolucionarios, o rebeldes, versos de amor a la humanidad.¿Y su autor?. Esa era otra asignatura pendiente. Conocí a Matías Escalera una tarde en la librería Lé del Paseo de la Castellana de Madrid, otro lugar a visitar con frecuencia, con motivo de la sesión que nos regalaron personajes ya casi históricos como Antonio Porpetta, hábil creador de la belleza, la esforzada editora y poeta Raquel Viejobueno que animaba, y seguirá animando, esa delicia llamada Un Café con Literatos y el inefable, viajero, constructor de universos líricos y habitante, real y siempre deseoso, de la Isla de Pascua, aunque habitualmente resida en Santiago de Chile y, también, en los trenes, barcos, aviones, autocares y otros transportes del mundo entero, bien, conocido por todos como Theodoro Elssaca, cuya aventura compartida en busca del urogallo pelón en los altos de la calle de Bailén, esquina a Requena, y avistando el oeste infinito de Madrid, fue parte de una historia todavía no escrita. En aquel momento, de la librería del antiguo Paseo de la Fuente Castellana que, en tiempos de ignominia, llevaba el nombre de un generalísimo bajito y que José Luis Coll pretendió bautizar como Avenida de Miguel de Cervantes (sin éxito), apareció Matías Escalera con su melena de león victorioso al aire y su aire de viajero impenitente, luego confirmado, y su capacidad de convertir en poesía, también, una tarde de lunes o viernes, con la ciudad reluciente y los bares a rebosar, algunos con sus televisiones a punto de estallar con partidos de fútbol y otros temas de alta cultura con protagonistas millonarios e ignorantes.

Y este es su libro, uno de ellos, “Grito y realidad”, al que definiríamos prontamente como publicado en una edición de verdadero orgullo editorial no solo por su material de impresión sino, sobre todo, por su orden calibrado y adecuado a las versificaciones, raras eso sí, de nuestro amigo Matías Escalera. Con él y con el también viajero incansable, y hombre de raras expectativas literarias, Fernando García Román, nos reunimos en el espacio grato de Diógenes, para presentar su no menos famoso poemario “Delirios (De isla)”, una aventura de amor, sensualidad y paisajes publicado por Ediciones Vitruvio, de Pablo Méndez, donde la poesía, asimismo, se convierte en aventura y, al tiempo modestamente, los versos de mi propia autoría contenidos en “Isla/País de Colibríes”, edición Vitruvio, esos dos itinerarios por la isla de Cuba y el (casi)centro de la nación mexicana. Dicho queda.

Como “Acto de fe”, enseguida,  Matías nos explica “En abril nos aguarda el silencio-escribo-el rectángulo de luz se aleja y adelgaza detrás de nosotros…/ Eludir la poesía es silenciarla/es empresa-como veis-innecesaria:/con las palabras se levanta y en ellas tam b i é n/se  dis u e l ve”.

Así que ya sabemos que lo suyo no son los convencionalismos, las medias tintas, la lírica temerosa, sino la cercanía a esa realidad que ya proclama en el título de su libro. Total que como la bibliografía sobre Escalera Cordero es amplia, divisible, heterogénea y, en muchos casos, acertados vamos a prescindir de ella y solo reseñar que ya avisó, pensó o dijo, más o menos veladamente, que votar a Trump no había sido una buena idea. Ahí está el inmenso gaseoducto que se lleva por delante varias reservas indias, pintorescas aldeas de California, carreteras, hondondas, refugios de aves, etc. Y ya está. O no. También está el cambio climático que el hotelero se le pasa por el forro del Despacho Oval, igual que un tal Rajoy decía que su primo decía…Y luego lo de Israel, esa ofensa histórica y gratuita de considerar Jerusalem como capital del Estado Judio en detrimento de palestinos, jordanos y musulmanes del mundo que, también, andan dando palos de ciego con políticas erráticas y poco edificantes.

En su “Manifiesto tardío” dice al autor, madrileño de 1956 aunque complacido habitante de la villa complutense a la que los matritenses robamos su universidad para que luego hayan hecho otra magnífica y con resabios, todavía, cisnerianos, dice que “la poesía es un arma descargada y en desuso”, y lo dice oponiéndose a Celaya, a quien también admiramos, porque ni los lectores la aprecian, aunque la lean como decía el ínclito José Hierro, ni las editoriales la tienen en consideración ni la sociedad la apoya, económicamente menos. Cuando era candidato a al Presidente de los Estados Unidos Mexicanos del águila y la serpiente Vicente Fox nos dijo en Guanajuato en 1998, en el Coloquio Cervantino que, tan generosamente, patrocinaba (pagaba) el cervantista santanderino Eulalio Ferrer (poco apreciado por estos lares) que la cultura era su novena prioridad de las diez que llevaba en su programa y se quedó tan ancho mientras sus edecanes le servían un tequila. Pues igual.

“La lirica es la épica de Dios-/escribe el autor de las novelas “Un mar invisible” (2009) o “El tiempo cifrado” (2010) y continúa: “del no tiempo/del no espacio/de la nada”. Y así puede ser, sea un dios del Vaticano, a orillas del Tèvere, o el de aquel Jomeini, que mandaba cortar cabezas a la mínima. Y es que las religiones, las deidades, tienen sus templos, sus pilares pero cuando las capitanean los fanatismos pueden entorpecer las conciencias. Después se desplaza a los distintos puntos cardinales, en trenes trans, en barcos usados, en autocares con gallinas y de ellos, Matías Escalera, recupera algunas enseñanzas: “Rendirse/no cuesta nada/sólo la vida/y eso / es tan poco”. Que se lo digan al fallecido Hiro-Hito, cuyas tropas causaron tanto dolor en el sureste asiática, destruyendo las islas filipinas, ocupando islas rusas sin motivo, esclavizando a sus más cercanos vecinos y que luego el General MacArthur no quiso tomarle la espada cuando merecía un castigo ejemplar que hubiera enfrentado para siempre a yanquis y nipones. Pero siempre hay gente que no se rinde: son los malvados y la lista es infinita, por ejemplo aquel Hitler que prefirió suicidarse, el tan mentado Trujillo, el malvado Somoza, el Goyo Álvarez que tan pérfidamente actuó en Uruguay y que tanto admiraba a los militares porteños tipo Videla y Galtieri que envió a la muerte a muchachos desarrapados para conquistar las Islas Fakland que nosotros llamamos Malvinas, “aquel Franco que hubo”, según expresión del solitario del Torreón del Renegado, de Chillán, Gonzalo Rojas, los Duvalier que aún viven como los Reyes de Suecia en Francia, Idi Amin Dadá criminal por simple gusto. No se rinden, solo nos rendimos los poetas, ante una puesta de sol, ante una mujer hermosa, ante la bocana de un puerto en primavera. Por eso Escalera pide, y está muy bien, “Embellecer el mundo con un gesto” y, enseguida, nos regala un largo poema titulado “Elogio de la destrucción”: “Todo sucede sin el tiempo/contra el tiempo/o con el tiempo muerto/…”.Pero hay otros poemas más tremendos como “Las moscas de Goma” donde se denuncia la arbitrariedad, la miseria, la maldad, la violencia:”Cuando fui a Goma-Ruanda-los miembros amputados/Las venas abiertas/Las pústulas purulentas/Las babas/El azul irisado de las moscas en las órbitas oculares/De los niños/De los ancianos moribundos/De las parturientas desangrándose/Y de las niñas violadas no me dejaron contemplar los extraños/Matices del color verde en África/Aún así fue una experiencia/Crucial y humana (de auténtica y verdadera autorrealización personal)”. Así es como la aventura, el viaje, del poeta se convierte en algo diferencia, en una apreciación humana del mundo que estamos construyendo, con tantas carencias, violencias y enfermedades mientras Wall Street sigue sonriendo a los millonarios del mundo, entre ellos asesinos, criminales que hacen valer su condición de gente sin escrúpulos para amasar el dinero que sería preciso para comprar vacunas, enviar médicos, lograr una mínima comodidad para todos.

Los poetas también hablan de las miserias del mundo, no sólo de las mujeres hermosas, de las rosas de los jardines acicalados, de la promesa de bellos paisajes en Venecia o Sans Souci en las islas paradisiacas. Esa es una de las luchas que ha mantenido y mantiene este poeta, docente, revolucionario de la palabra y de la acción que es Matías Escalera Cordero. Se hace necesario leer, releer, un poema titulado “Everest figura de la infamia” para comprender que paraíso deteriorado estamos habitando, algo que sí puede verse en los periódicos o en la televisión pero que olvidamos enseguida: “Quien iba a imaginar el Everest convertido en figura de la infamia…” comienza diciendo el poeta y en “El bárbaro y el poeta en la calle”, dedicado a José Antonio Fortes, afirma: “Si me dan a elegir entre el bárbaro y el poeta en la calle/Me quedo con el bárbaro”. Y es que la solidaridad ya no es lo que era. Y la poesía tampoco aunque tal vez haya alguna esperanza. Sólo otro versos del autor: “La vida está donde no se la espera…”

Y ahora nos vamos a por el amanecer ya que es sábado, y como explicó en una película gloriosa José Luis Cuerda, “Amanece que no es poco”.

Manuel Quiroga Clérigo

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Majadahonda, 16 de diciembre de 2017.

1 comentario:

Matías dijo...

Hola, Julia, gracias por incluir esta reseña de mi primer poeamario, "Grito y realidad" (2008), escrita por Manuel Quiroga en tu blog... Es muy agradable y sorprendente que un libro de poesía escrito hace tanto aún esté dando frutos en sus lectores... Pero, sobre todo, es reconfortante ver cómo el tiempo de la poesía y de los amantes de la poesía y de las artes literarias no es el tiempo apremiado y apremiante del consumo, y de lo rabiosamente actual, que nos envuelve y nos traga... Es reconfortante que haya personas como Manuel o como tú a los que les importa, sobre todo, la bondad o no, el sentido o no, de las palabras que escuchan o leen. Es un placer compartir las mías con vosotros.
Un abrazo. Matías Escalera Cordero