jueves, 24 de noviembre de 2016

Don Juan Chapa, Hay que “incluir la Biblia en el currículo escolar, como una de las obras literarias más importantes de la historia de la humanidad”




 Decano D. Juan Chapa



Julia Sáez-Angulo

            Se puede salir de la ignorancia de la Biblia por menos de tres euros, con esta frase lapidaria y práctica terminó el periodista Fernando de Haro la presentación de la Biblia de Universidad de Navarra para bolsillo, es decir para móviles, que tuvo lugar en la Casa de América en Madrid.

            Don Juan Chapa, decano de la Facultad de Teología de la citada universidad hizo una exposición de la lectura estadística en el mundo, recordando que sigue siendo el libro más vendido y seguramente más leído, por delante de los de Harry Potter, que han hecho furor en los últimos años. También estuvo presente el editor de la Biblia digital Javier Balibrea.

            El decano dijo que el encargo de hacer una Biblia, bien traducida y anotada para divulgación general, fue deseo del Gran Canciller de la Universidad de Navarra, José María Escrivá en los años 70 y al hacerla hoy digital, responde a la petición del papa Francisco de que todo cristiano debe llevar una Biblia –la palabra de Dios- en el bolsillo. Don Juan Chapa concluyó que en último término ante la palabra de Dios, debe hacerse una “lectura orante”.

Estadísticas le lectura en países católicos

            Una estadística del Vaticano sobre la lectura bíblica del Vaticano entre ocho países con mayor número de católicos no favorece a España que está a la cola, mientras que Estados Unidos y Polonia la encabezan.

¿Se debe esto a que durante años no se ha permitido leer individualmente la Biblia para evitar la libre interpretación?
            Es verdad que, como consecuencia de los debates nacidos a raíz de la Reforma, hasta finales del siglo XVIII no hubo traducciones católicas de la Biblia al castellano accesibles al gran público (había protestantes). Eso ha podido crear una cierta inercia. Pero la ignorancia actual, después de más de ciento cincuenta años de posibilidad de acceso directo al texto, me parece que obedece sobre todo a la poca afición que hay en España a la lectura en general. Habría que comparar los datos sobre la ignorancia de la Biblia con los que ofrecen las encuestas sobre los hábitos de lectura en general que hay en nuestro país.

¿Cómo se casa la lectura de la Biblia con la necesitad de atenerse a la hermeneútica eclesiástica?
            No llegan a media docena los pasajes de la Biblia que la Iglesia ha especificado cómo se deben interpretar. Hay infinidad de posibilidades de leer e interpretar la Biblia. Lo único que la Iglesia enseña es que para ser comprendida adecuadamente se debe leer e interpretar con el mismo espíritu con que se escribió.

El año 2017 hace 500 años de la implantación de las nuevas tesis de Lutero, ¿cree que este monje disidente ayudó a la difusión del Libro sagrado o fue más bien la invención de la imprenta?
            Sin duda, la imprenta supuso un factor decisivo para la difusión de la Biblia. Si a eso se añade el énfasis que pusieron los Reformados en la sola scriptura es fácil comprender que el texto sagrado se difundiera y conociera mejor. Pero yo no reduciría su propagación solo a estos dos factores. El uso litúrgico ha tenido y tiene una gran influencia.

A una le gusta el antiguo lenguaje traducido de la Sagrada Escritura, porque la esculpe, como por ejemplo ese versículo de que “cada día tiene su propio afán”. Ello facilita la común cita de los cristianos, pero a veces se encuentra con modificaciones extrañas innecesarias. ¿Cómo es la traducción de la Biblia de La Universidad de Navarra?
            Yo diría que es una traducción sin estridencias. A la vez que tiende a estar bastante pegada al texto original, ha procurado mantener la rica herencia lexical del castellano que usted señala. Le pongo un ejemplo: hemos traducido Juan 14,2 “en la casa de mi Padre hay muchas moradas”, porque santa Teresa utilizó precisamente el término “moradas” para designar a las estancias celestiales. Quizá el término no es muy actual, pero sería una pena que ese uso se perdiese por completo.

Algunas personas citan que el Evangelio no permite repudiar al cónyuge “salvo en caso de adulterio”, pero de facto, la Iglesia no lo permite. ¿Qué diría al respecto?
            La palabra griega “porneia”, que se traduce muchas veces por “adulterio”, es mejor traducirla por “fornicación”. En todo caso se refiere, probablemente, a uniones admitidas como matrimonio entre algunos pueblos paganos, pero prohibidas, por incestuosas, en la Ley mosaica y en la tradición rabínica. Se trata, pues, de uniones inválidas desde su raíz por algún impedimento. Jesús dice que no se está refiriendo a esos casos, puesto que esas uniones eran ilícitas y debían romperse. Pero la enseñanza de la Iglesia sobre este punto no solo se basa en este texto sino también en otros en los que Jesús habla de la indisolubilidad del matrimonio.

Umberto Eco, escritor agnóstico, lamentó que en las escuelas públicas se estudiara a los dioses griegos y no a las figuras de Moisés, Salomón o Cristo, que forman parte indeleble de nuestra cultura. ¿Qué cabe hacer para paliar esto?
            Tal como están las cosas no soy muy optimista. Pienso que la madurez de un pueblo se manifiesta, entre otras cosas, en cómo custodia su historia y su cultura. Olvidarse de dónde se viene es tremendamente empobrecedor. Lo primero que habría que hacer es empezar por incluir la Biblia en el currículo escolar, como una de las obras literarias más importantes de la historia de la humanidad.




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