martes, 7 de junio de 2016

Blas de Otero: Si me muero, que no me mueran antes / de abriros el balcón de par en par

                         




L.M.A.

Si me muero, que sepan que he vivido / luchando por la vida y por la paz. / Apenas he podido con la pluma, / apláudanme el cantar. / Si me muero, / será porque he nacido / para pasar el tiempo a los de atrás. / Confío que entre todos dejaremos / al hombre en su lugar. / Si me muero ya sé que no veré / naranjas de la China, ni el trigal. / He levantado el rastro, eso me basta. / Otros ahecharán. / Si me muero, que no me mueran antes / de abriros el balcón de par en par. / Un niño, acaso un niño, esté mirándome / el pecho de cristal.

Al amparo de dos versos tomados de Campo de amor, la FLM16 ha recordado esta tarde a Blas de Otero en el centenario de su nacimiento. Poeta inclasificable, (José Ángel Valente aseguraba que “Blas es él solo una entera clasificación”), escribió de él José-Miguel Ullán: “No brotó una palabra de sus labios que no fuera verdad. Ni una sílaba innecesaria. Plantó palabras vivas: ni a una sola sometió. Desenterró silencio, a pleno sol. Nunca tuvo una almena”.

Blas de Otero ha permanecido, en opinión de Mario Hernández, responsable de la edición de la obra completa en Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores junto a la viuda del poeta, la filóloga Sabina de la Cruz, “en un estatus de clásico apagado, de poeta admitido en el canon del siglo XX, pero al tiempo en un purgatorio de época, de la llamada poesía social”.

El acto de esta tarde comenzó con la lectura de unas palabras que Sabina de la Cruz remitió para la ocasión: “La poesía puede conseguir paz, sabiduría y belleza, como siempre prensó Blas de Otero”.

La velada contó, además de con el propio Hernández, con la participación de los poetas Javier Lostalé, Ángela Álvarez Sáez, Diego Álvarez Miguel, Jon Andión, Verónica Aranda, Jorge de Arco, Aitor Francos, Ariadna García, Alberto García Teresa, José Luis Gómez Toré, Tulia Guisado, Javier Hernando Herráez, Marta López Vilar, Rubén Martín Díaz, Francisco José Martínez Morán y Lilián Pallarés, quienes han prestado su voz al autor de Pido la paz y la palabra.

El acto, que estuvo trufado de textos de Historias fingidas y verdaderas, concluyó con la lectura de Javier Lostalé del soneto Caminos, incluido en Hojas de Madrid con La galerna.


Olvido García Valdés: “La poesía es algo que ocurre en una lengua”

“Siempre que me preguntan qué es la poesía, contesto que no lo sé, pero la reconozco cuando la encuentro. La poesía se conoce por sus efectos”, aseguró Olvido García Valdés esta tarde en la mesa redonda convocada por ABC bajo el título Poesía para vivir. La autora de Esa polilla que delante de mí revolotea defendió una certeza: “La poesía es algo que ocurre en una lengua, en las lenguas que hay en una lengua. La del poeta es muy reducida, pero en los más grandes, por ejemplo, en César Vallejo, esa lengua propia alcanza el lugar más alto de la lengua común. Porque la poesía es singular y, al tiempo, autónoma, sobrevenida e impersonal”. Poco antes, el cineasta Lois Patiño había afirmado que la palabra o la imagen adquieren aliento poético “cuando consiguen provocar un extrañamiento, cuando vibran de una manera que no es la habitual”. 

Por su parte, el poeta Diego Doncel advirtió de la existencia “indudable” en la poesía actual de “signos de institucionalización”: “¿No estamos cansados de la forma en que conocemos la poesía, las antologías y hasta de la crítica y de los críticos?”. Doncel subrayó la vitalidad que la poesía cobra en ciertos recitales en locales alternativos frente al ambiente “mortecino” de las clásicas presentaciones de poemarios. Lo que caracteriza a los nuevos bárbaros, dijo adoptando el término con el significado que le ha dado Alessandro Baricco,  es “un deseo de lo nuevo, rechazan el lenguaje esclerótico de la poesía e intentan fusionar géneros y lenguajes: el vídeo, la música electrónica, el rap…”. El rapero Chojín abundó en esa idea: “Todo se mueve y hay muchos que no quieren que se mueva. La poesía de ahora no tiene menos valor. Poetas podemos serlo todos”.


“Mi cartografía limita al norte con Carver y Calvino, con Ribeyro y Kapuściński en el sur, al este con Duras e Ibargüengoitia y al oeste con Gil de Biedma y Szymborska”

Jesús Marchamalo recordó hoy sus primeras lecturas, aquellas historias de piratas y espadachines, indios y exploradores, que ofrecía la colección de Bruguera Clásicos juveniles: “Leía a Salgari, a Verne, a Carlos Dickens (se decía entonces Carlos, todavía), a Stevenson y a Twain. El Twain de Tom Sawyer Huckleberry Finn cuyas hazañas intentábamos después emular en el pueblo, en verano”. 

“Desde entonces”, añadió el escritor y periodista, “siempre he sido lector. Ciudadano de ese país intangible, de fronteras difusas y accesibles que son los libros. Una cartografía que limita al norte en mi caso, por ejemplo, con Carver y Calvino; con Ribeyro en el sur, y Kapuściński; al este con Duras e Ibargüengoitia, y al oeste, allí donde se pone el sol, donde anochece, con Jaime Gil de Biedma y Wislawa Szymborska”. 

Marchamalo no quiso finalizar su intervención ante el Micro de la Feria sin sumar a su enumeración “otra lectura deslumbrante, la de Brodsky y su inolvidable Marca de agua”. En sus páginas el escritor ruso describe la galería que abría su cuerpo al atravesar la densa niebla de la laguna véneta en invierno. “Así son también los libros, pasajes que abres en la niebla”, concluyó Jesús Marchamalo.


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