viernes, 7 de agosto de 2015

Arnedo, ciudad de la Vía Verde a lo largo del río Cidacos, prepara la muestra “La Rioja, Tierra Abierta” para 2016






Julia Sáez-Angulo

         Una vía verde de álamos y otros árboles se extiende a lo largo de más de treinta kilómetros del río Cidacos y une varios pueblos riojanos, entre ellos Arnedo, una ciudad partido judicial de la Rioja Baja, que cuenta con tres polígonos industriales de fábricas de calzado entre ellos los de las conocidas marcas Pitillos y Fluchos. Su población asciende a casi quince mil habitantes.

         La  Vía Verde del río Cidacos va desde Calahorra a  Arnedillo, localidad del conocido balneario, pasando por pequeños pueblos como Autol y Herce. El río nace en el puerto de Oncala (Soria) y desemboca en Calahorra a lo largo de 78 km. Es un afluente del Ebro, que recorre las sierras de Préjano  y de numerosos pueblos pequeños y ricos.

         La leyenda urbana cuenta que el centro de Arnedo está despojado de árboles, porque los vecinos se quejaban de que levantaban las aceras, de que sus ramas entraban por las ventanas o de que quitaban luz a sus viviendas. Hasta que un edil dijo: ¡A tomar por saco! A quitar todos los árboles del centro y el que quiera árboles, a la Vía Verde.

         Si non e vero, è ben trovato, que diría un italiano. Las calles del centro de Arnedo, incluida a la gran avenida de la Constitución, apenas si tienen unos arbustos y un mobiliario urbano manifiestamente mejorable, que diría un diplomático.

         “Algunos se empeñan en decir que Arnedo es feo, pero a nosotros nos gusta”, afirma con empeño Juana María Herce García, que ha optado por pasar sus vacaciones en la ciudad riojana cerca de su familia. “Su espléndida Vía Verde justifica el interés de Arnedo para pasar el verano. En la mañana y al atardecer se anima de paseantes, corredores, ciclistas y otros”.

Monasterio de Vico con el Isasa al fondo

         Los habitantes de la Rioja Baja son muy emprendedores y ello explica que la zona cuente con empresas  e industrias de distintos productos, desde calzado a frutos secos, conservas de huerta, pasando por chocolates, fardelejos –típico dulce de la zona de origen árabe- o cultivo de champiñón.

         Arnedo contó en su día un pequeño ferrocarril de vía estrecha. Hoy, desaparecido el ferrocarril, la ciudad muestra una de sus máquinas en una rotonda de tráfico, a modo de escultura central, en homenaje y recuerdo de aquel ferrocarril de vía estrecha.

         Peñalmonte e Isasa -sobre todo este último- están entre los montes más bellos de La Rioja. El Isasa, de proporción armónica y singular sierra dentada, constituye el fondo y decorado de la ciudad riojana, capital del calzado. Su tierra arcillosa es muy característica. Cuando está nevado, el Isasa aumenta su belleza de formas. Detrás del Isasa se encuentra un manantial de agua pura, que los habitantes de la zona recogen en garrafas para el consumo diario. Tener una vivienda desde la que se divisa el Isasa es un lujo como lo pueda ser un cigarral en Toledo o un carmen en Granada.

         Las antiguas cuevas horadadas en la montaña de Arnedo –también de cercano pueblo de Quel- se utilizan hoy como bodegas o algunas como viviendas ampliadas hacia el exterior y modernizadas.

         El Nuevo Cinema rehabilitado y el Teatro Cervantes son algunos espacios polivalente de Arnedo, que permite distintas actividades en él. Para 2016 se proyecta el programa de “La Rioja, Tierra Abierta”, que abarca exposiciones, concierto, teatro y otras actividades culturales que se celebran a lo grande cada dos años en La Rioja, me recuerda Paquita Jaén, buena amiga y ex concejala de Arnedo.

         Un nuevo convento de clarisas cuenta con diecinueve monjas, novicias y postulantes, muy queridas por los ciudadanos. El monasterio de la Virgen de Vico, de gran belleza, se encuentra a dos km. y medio de Arnedo, por la Vía Verde. “Llegar hasta él es el mejor paseo que puede hacerse bajo la sombra, contemplando árboles que van desde los chopos a múltiples variedades de árboles y arbustos”, añade Juana María Herce.



        


         

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