domingo, 14 de junio de 2015

MONTBLANC. UNA JOYA DEL PASADO


   VISTA DE MONBLANC  Y LAS MURALLAS QUE LO RODEAN




UNA PLAZA DE MONTBLANC

UNA CALLE  DE MONTBLANC
 M. DOLORES  GALLARDO LÓPEZ

    A  unos 350 mtrs sobre el nivel del mar, entre Tarragona y Lérida, se alza este bello pueblo cercano al  mar Mediterráneo y a las montañas de Prades.

Lo primero que destaca en la lejanía, cuando nos acercamos a él, son sus magníficas murallas. Erigidas en el  siglo XIV y bien restauradas,  con sus treinta torres  y varias puertas siguen  rodeando  gran parte de  la actual población. 

Hoy día  Montblac conserva  un atrayente patrimonio medieval. Destacan las iglesias de S. Miguel (s. XIII) y Santa María la Mayor (s. XIV); el convento de  S. Francisco (s. XII-XIV) y el hospital de Santa Magdalena (s. XIV-XV).
IGLESIA DE SANTA MARIA


El actual  Montblanc fue  fundado en febrero de 1163 por el rey Alfonso I de Aragón,  que lo proclamó “villa real”.  Su estructura urbana  se formó entre los siglos XII y XIV.
  
El rey   Juan I  de Aragón concedió a su hermano Martín, el título de duque de Montblanc (después Martín se convirtió en el  rey  conocido como Martín el Humano). 

 Montblanc  fue la séptima ciudad en importancia de Cataluña. Varias veces las Cortes  se reunieron en su recinto.

  Los tres edificios religiosos mencionadas más arriba fueron escenario en alguna ocasión de  sesiones del Parlamento, convocado por reyes aragoneses: en 1307 el rey Jaime II de Aragón lo reunió en la iglesia de S. Miguel; en 1333 Alfonso III en la iglesia de Santa María la Mayor; en 1370 Pedro III en S. Miguel nuevamente y 1414 Fernando I  en el convento de S. Francisco.

 A mediados del siglo XIV se apoderó de Montblanc una profunda crisis,  durante  casi tres siglos sufrió reveses de todo tipo, entre ellos  los provocados por  diferentes guerras: la guerra de los Segadores, la guerra de la Sucesión a la corona de España (desatada a la muerte del rey Carlos II, último Austria español y que en Cataluña tuvo especial virulencia) y algún tiempo después la guerra de la Independencia de España contra las tropas napoleónicas acabó de rematar la región. 

Felizmente, a mediados del XIX, con el auge de las nuevas comunicaciones (carretera a Valls en 11821,  carretera a Reus   en  1843 y especialmente con la llegada del ferrocarril en  1863) se fue recuperando gracias a su producción artesanal y sobre todo a  la producción vinícola.

Desafortunadamente  la llegada de la  filoxera en 1893  destrozó todas las cepas. Una vez más, sobrevino el desastre económico a finales del siglo XIX y la primera mitad del XX, agravado después por la guerra civil española del 1936.

En 1947 Montblanc, por la riqueza de su patrimonio, fue declarado Conjunto artístico- monumental. Hoy día gran parte de sus  monumentos -edificios religiosos, civiles y militares- están restaurados y en buen estado de conservación, pero lo verdaderamente agradable es, sin duda, perderse por sus calles.

Entre las joyas que conserva destaca una magnífica imagen de la Virgen, del siglo XIII, en  alabastro policromado, de estilo gótico. Probablemente procede de Italia, aunque una piadosa leyenda relata lo siguiente:
VIRGEN DE LA SERRA, ALABASTRO POLICROMADO


En 1296 la princesa griega Eudoxia Lascaris, camino de Zaragoza, pasaba por aquellos parajes. Llevaba con ella una imagen de la Virgen.

En una colina cercana a Montblanc los bueyes que tiraban de su carroza se negaron a avanzar. Tal hecho se interpretó como deseo de la Virgen de permanecer en el lugar.

 La princesa solicitó  y logró del  rey Jaime II de Aragón que se construyera allí un convento. Es el convento de la Virgen  de la Serra, que hasta no hace mucho ha sido habitado por las monjas clarisas de clausura.  La imagen fue coronada canónicamente  a principios del pasado siglo, en 1906.

El 26 de noviembre de 2008 Montblanch, en un acto presidido  por el arzobispo de Tarragona, despidió a  las últimas cinco hermanas que quedaban en el santuario. La actual  falta de vocaciones obligó a tomar esa medida.  Así acababan 712 años de presencia de  las cuidadoras de la Virgen.

  En la actualidad se ocupan del santuario y monasterio  miembros del Seminario laico diocesano, a quienes el arzobispo  de Tarragona, Mons.  Jaume Pujol Balcells,  se los entregó.

 La semana medieval. Otra tradición relacionada con Montblanc es la leyenda de la lucha de San Jorge con el dragón, que el folklorista catalán Joan Amades ubica a las puertas de esta villa, en el portal de Sant Jordi, que actualmente se conserva.  Por eso cada año en la festividad del santo -además de los tradicionales puestos de rosas y libros-  la ciudad inicia su semana medieval: las calles se cubren de señoriales banderas y los habitantes se visten con ropajes medievales, que esos días se encuentran a la venta en numerosas tiendas.
UNA CALLE  DURANTE LA SEMANA MEDIEVAL

ESCAPARATE DE UNA TIENDA  DE ROPAJES MEDIEVALES

Numerosos actos, concentrados en el fin de semana, intentan transportar al visitante a épocas del pasado. No falta tampoco el desfile de San Jordi con la princesa, acompañados de sus padres y  el séquito correspondiente.

 En resumen este precioso pueblo catalán bien merece que el visitante se desvíe, si es necesario, de su ruta para pasar en él, al menos, unas horas: Con mucho más motivo si, como me ocurrió a mí este año, se encuentra en Cataluña el día de la festividad de S. Jordi






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