martes, 21 de abril de 2015

Alexandra Roma, autora de la novela “Un océano entre tú y yo”, historia de narcotráfico en la Rías Baixas






L.M.A.

Alexandra Roma es la autora de 'Un océano entre tú y yo', novela publicada publicada en España con el sello Planeta. novela, que califican como la sucesora de 'El Príncipe' o 'Sin tetas no hay paraíso'. La historia aborda el narcotráfico en las Rías Baixas, corrupción política, misterio y una historia de amor entre un escolta, su protegida y un narco.

Alexandra Roma (Madrid, 1987) es licenciada en Periodismo, con un máster en guion de ficción y dirección cinematográfica. Escritora de novelas románticas, periodista de cultura y emprendedora, hace un par de años fundó una agencia de comunicación y dos periódicos con tres amigas periodistas. Aparte de eso, también ha participado en el departamento de dirección de algunas series televisivas españolas.

Utiliza el seudónimo Alexandra Roma para sus novelas románticas adultas y su verdadero nombre, Alexandra Manzanares Pérez, para las juveniles y los dramas. En este sentido, Sangre y corazón: juicio de genes y Latidos de una bala fueron sus dos primeras obras en el mercado. La gran pasión de su vida es escribir, ya sea novelas o noticias. Le encanta pasar tiempo con la familia, con su pareja y con sus amigos, y tener animales, hasta que deba cobrar entrada por acceder a su casa porque ésta parezca un zoológico. Con la publicación de esta novela la autora ha cumplido el sueño de su vida y por eso estará eternamente agradecida.

«Distinguió el primer astro que caía. Lo señaló, pese a que estaba sola, e imaginó la cantidad de deseos que se estarían formulando en ese mismo instante. Ella no pidió ninguno. No estaba acostumbrada a dejar su vida en manos del azar ni de antiguas supersticiones. Si algo tenía que pasar, ocurriría sin que una estrella tuviera que interceder. No le gustaba soñar con fantasías futuras, sino modificar su realidad para vivir el presente deseado».

Un océano entre tú y yo

La primera regla de un escolta es no intimar con sus protegidos, pero el amor no entiende de normas.

No existen leyes naturales que puedan predecir en qué momento y dónde surgirá la llama de un apasionado amor. Éste llega de manera tan insospechada y sutil que puede abrirse camino incluso en un peligroso escenario de corrupción, tráfico de drogas y asesinato. Cuando nada ni nadie es lo que parece, aferrarse al amor más épico y pasional se convierte en una arriesgada aventura de incierto pero inolvidable final… Adriana y Hugo así lo han vivido. Esta es su historia.

Adriana Sierra es una atractiva e inquieta joven que procura vivir ajena al riesgo que conlleva ser hija de un enérgico luchador contra el narcotráfico. Su padre, alcalde Vilagarcía de Arousa, se ha empeñado en demostrar que está por encima de la corrupción y el comercio ilícito de drogas sobre los que sus antepasados cimentaron el patrimonio familiar. En Galicia, una actitud así puede atraer graves enemistades en el mundo de las mafias que operan por la zona, y poner en serio peligro a todos los miembros de la familia. De ahí que Adriana –al igual que sus hermanas– tenga que aceptar, contra su voluntad, la protección de un escolta que siga sus pasos mañana, tarde y noche.

«No pretendo interferir en tu vida ni en tu intimidad, ésa no es mi función. Mi tarea es conseguir que nadie te haga daño, siendo tu parachoques, tu escudo humano o tu salvavidas, lo que necesites en cada momento. Pero ya que debo ponerme en riesgo por una persona, en este caso tú, con la que ni siquiera he cruzado más de un par de palabras, lo único que te pido es que hagas caso a mis indicaciones».

Hugo Molina es el guardaespaldas al que asignan la vigilancia y cuidado de Adriana, un hombre de principios que vive entregado a su trabajo y cuyo objetivo primordial es recuperar el prestigio y posición que había alcanzado siendo agente en la Unidad de Drogas y Crimen Organizado. Desde que fue relegado de sus funciones trabaja como escolta, ocupación con la que pretende demostrar su más firme profesionalidad. Sin embargo, la belleza y sensualidad que irradia su joven protegida hará que continuamente, con cada nueva circunstancia, el Hugo hombre se esté replanteando el cumplimiento de unas normas que no entienden de sentimientos ni atracción.

«Estaba acostumbrado a trabajar con personas que lo escuchaban y seguían sus consejos, pero aquella mujer era diferente. Tenía sus propias convicciones, voluntad y una buena dosis de carácter. No era una oyente pasiva, sino un huracán activo».

Lo que para Hugo podría haber pasado por ser un puntual y frío trabajo de seguridad, se acaba finalmente complicando con la inesperada muerte de Valeria, hermana melliza de Adriana. El excesivo coqueteo que la chica había tenido con las drogas y una aséptica nota de despedida, apuntan al suicidio como causa formal del terrible episodio. Sin embargo, el incendio provocado del yate familiar y nuevas pistas sobre aquella extraña muerte, evidencian algo más que veladas y oscuras amenazas. Adriana está convencida del asesinato de Valeria y, vista la indiferencia de la policía ante el caso, no dudará en tomar cartas y emprender por su cuenta una investigación que arroje luz sobre el suceso. En aquella búsqueda arrastrará a Hugo, con quien ha pasado de la frialdad a la más sincera y cercana confidencia.

Pero tras visitar a un sicario de la droga y hacer algunas pesquisas, un nuevo golpe centrará la atención y el miedo de Adriana: su hermana pequeña ha sido secuestrada para ser utilizada como valiosa moneda de cambio en una compleja operación de entrada de droga… El acercamiento a Hugo se hace ahora más necesario que nunca. El férreo control que éste se imponía para respetar las normas profesionales y mantener las distancias, se acaba viniendo abajo ante aquella mujer valiente e impulsiva. Ambos parecen haber roto el muro de indolencia que les separaba y ahora se muestran como son: dos jóvenes apasionados que sin buscarse se han encontrado. El primer beso, quizás el más pasional e instintivo, bastará para que el amor y el deseo se desborden con fuerza inusitada, inundando unas vidas que ya no volverán a ser como antes.

«No soy una soñadora. Soy consciente de que las historias de las novelas y el cine no existen, al menos no como las imaginamos. Pero sí estoy segura de que cuando encuentras a la persona adecuada, aunque hayas pasado veinte años a su lado, sigues queriéndolo besar, porque es tu momento favorito del día».

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