viernes, 10 de enero de 2014

Biblioteca Nacional, El Estado aumenta su reconocimiento a las donaciones patrimoniales





L.M.A.


Con la reciente Ley 22/2013, de 23 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para

el año 2014, el Gobierno ha ampliado en un cinco por ciento las deducciones de las que los

donantes de patrimonio pueden beneficiarse en sus impuestos sobre la renta. Es una decisión

por la que debemos felicitarnos puesto que supone un incentivo mayor a las personas que

generosamente entregan sus bienes para el incremento del acervo patrimonial.



Los artículos 19 y 20 de la Ley 49/2002, de 23 de diciembre, de régimen fiscal de las

entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales al mecenazgo, establecían el derecho

a desgravar de la cuota íntegra el 25 por 100 de la base de la deducción determinada para las

personas físicas y el 35 por 100 para las sociedades, respectivamente. Con la Ley de

Presupuestos Generales del Estado para 2014 se aumenta, pues, en un cinco por ciento este

beneficio para los donantes, lo cual, sin ser evidentemente un incentivo desmedido, no cabe

duda de que en estos momentos significa un paso adelante por parte del Gobierno en el

apoyo y compromiso al progreso y a la ampliación del patrimonio cultural.



En estos tiempos de penuria en los que la Biblioteca Nacional de España ha visto reducido su

presupuesto para la adquisición de patrimonio bibliográfico en un 80 por ciento con respecto a

los tres últimos años, el Organismo ha desarrollado una política muy activa de donaciones en

la que se ha dirigido a relevantes personalidades de la cultura española con el objetivo de

ofrecerles sus espacios, sus medidas integrales de seguridad, sus métodos vanguardistas de

conservación y sus garantías de difusión mundial a cambio de entregar su obra de forma

altruista a la Institución. Es una alternativa de gestión de las adquisiciones encaminada a que

la Biblioteca Nacional de España no sienta reducidos sus ingresos bibliográficos y

documentales de forma drástica como resultado de la recesión económica, sino que, como lo

ha hecho a lo largo de sus trescientos años de historia, siga ampliando en calidad y cantidad

día a día sus egregias colecciones al margen de los condicionantes históricos por los que

transcurra. La Biblioteca Nacional de España no puede perder la oportunidad, en unos

momentos de reajustes presupuestarios como los actuales, de continuar siendo una referencia

fundamental al servicio de la investigación sobre la cultura hispánica y el principal centro

depositario del patrimonio bibliográfico y documental español.



Fruto de esta política de promoción de las donaciones, en los últimos meses autores como

Antonio Muñoz Molina, Luis Mateo Díez, Manuel Ruiz Amezcua, Jesús Pardo de Santallana,

Joan Margarit i Consarnau, Manuel Miján, Eliacer Cansino, Jesús Marchamalo, Joaquim Aubert

Puigarnau (“Kim”), Javier Alfaya, etc. entregaron sus escritos y documentos personales a esta

Institución, movidos por una conciencia del bien público y del patrimonio bibliográfico y

documental español. Otros autores como Peridis, Joan J. Guillén, José Luis Delás e Isabel de

Madariaga lo harán próximamente. En 2013 se ha aceptado la donación de un total de 21.404

piezas y la valoración de las mismas, todavía sin concluir por la complejidad de algunos

archivos personales, compuestos por múltiples tipos de documentos, asciende por el

momento a más de 300.000 euros. En 2012 ingresaron 16.028 ejemplares por la vía de la

donación, lo que valorado pieza a pieza alcanzó una suma de 552.877,5 euros, un 45 por

ciento más que el año anterior. Se ha de subrayar que, en unos momentos económicos como

los que estamos viviendo, la donación, después del depósito legal, se convierte en la vía de

ingreso de fondos más recurrida en esta Biblioteca.



Aun así, conviene precisar que la donación de obras a la Biblioteca Nacional de España, si bien

es un acto de enorme generosidad, no debe entenderse como algo completamente altruista,

ya que no sólo comporta unos determinados beneficios fiscales sino que, lo que es más

significativo, se ofrecen unas condiciones excepcionales para los documentos, condiciones no

parangonables a las de ninguna otra institución española. Que un manuscrito de un autor o su

archivo personal comparta espacio y repose para siempre junto a autógrafos de Leonardo da

Vinci, Lope de Vega, Calderón, Quevedo, Bécquer, Muñoz Molina…, entre otros, es un

privilegio innegable.



La Biblioteca Nacional de España está trabajando igualmente en potenciar la vía del

mecenazgo con vistas a obtener contribuciones para hacer frente a los gastos relacionados

con el patrimonio bibliográfico, lo que abarcaría desde la adquisición de una pieza hasta los

gastos de conservación de la misma o los relacionados con la digitalización para cumplir con

su esencial misión de reunir, conservar y difundir. 



Sería deseable que el paso dado por el Gobierno en relación a los donativos patrimoniales no

se constituyera en un acto aislado, sino que fuera el comienzo de una auténtica conciencia

cultural e igualmente fueran fomentadas y alentadas acciones tendentes al incremento

patrimonial, bien mediante deducciones en los impuestos, como en este caso, o bien

mediante legados, daciones o la donación propiamente dicha, así como otros apoyos al

enriquecimiento del patrimonio cultural español. Ojalá este sea el primer eslabón de una larga

cadena de promoción y, en consecuencia, prosperidad para nuestros bienes culturales.


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