lunes, 11 de noviembre de 2013

"La Gaviota" en el Teatro Réplika en estado puro





Julia Sáez-Angulo


         No se cansa una de ver el teatro de Chejov, porque aunque son muchos los que dicen que revela el “alma rusa”, hay que afirmar que pone de manifiesto el alma universal, la condición humana con sus afectos y egoísmos al mismo tiempo, con su incapacidad de ser feliz del todo, de un dejarse arrastrar por la vida que se lleva o de romper con el consiguiente precio, con frecuencia muy alto. En suma los sueños truncados de la vida que pasa y continúa la cadena de nuevas vidas.

         La Gaviota es una obra puntera del autor ruso Anton Chejov (1860 – 1904), que se representa en el madrileño Teatro Réplika, en versión y dirección de Jaroselaw Bielski, buen conocedor del teatro y en especial del de Chejov. Al mismo tiempo, Bielski representa el papel de Trigorin, el escritor de éxito del que se enamora Nina (Beatriz Grimaldos).

         Hay  melancolía de vivir en estos personajes y su historia en La Gaviota. No es fácil conseguir lo que se anhela, porque sólo se desea lo que no se tiene. El amor no correspondido y el sentido de la pobreza o más bien de la escasez para mayores vuelos, planea sobre todo el tiempo y lugar escénicos.

         Los actores: Manuel Tiedra en el papel de Borin, Raul Chacón en Konstantin (excelente interpretación, aunque una no imagina así la fisonomía de Kostia); Rebeca Vecino, en  Masha, o Socorro Anadón en Arkadina (una actriz que representa muy bien a una actriz algo histriónica) cumplen bien su trabajo.

         El decorado sobrio pero alusivo a un salón burgués decadente en una finca de campo donde el tiempo transcurre lento y a veces aburrido por lo que el deseo de volar surge aunque se haya de morir por el disparo de un cazador.

         Algunos preferimos el final de la obra de Chejov El tío vania, porque en ella la vida sigue, continua, han pasado cosas y seguirán pasando en medio de las frustraciones. En La Gaviota es final es más dramático y contundente. Terminar en boda o con la muerte es siempre un final literario más fácil.

         Bien por el Teatro Réplika al llevar esta gran obra de Chejov, con la que inicia un ciclo de estrenos de grandes obras teatrales en torno al “retorno”, que viene a ser un balance sobre el pasado.

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