miércoles, 5 de junio de 2013



Antonio Muñoz Molina, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias
de las Letras

El Premio recae, después de 13 años, en un escritor en lengua española

El académico Antonio Muñoz Molina nació en la localidad jienense de Úbeda en 1956. Desde pequeño le apasionaba la radio y la lectura, "hacia los once o los doce años empecé a leer a Julio Verne y a Mark Twain, a Stevenson, a Agatha Christie, a Dumas. Quizás la novela que he leído más veces en mi vida es La isla misteriosa, de Verne. El primer personaje que me produjo una fascinación consciente como pura invención literaria fue el capitán Nemo", reconoce él mismo en su página oficial. Escribió su primera obra a los 16 años, La Academia, teatro de protesta de la época que montaron unos compañeros de la escuela de Magisterio de los jesuitas.

Tras terminar Periodismo en Madrid, se trastadó a Granada para estudiar Geografía e Historia y fue allí donde empezó a su trabajo como articulista en periódicos, algo que nunca ha dejado de hacer hasta hoy porque dice que "el articulismo puede ser una forma soberana de literatura y un medio digno de ganarse ingresos regulares, en un oficio tan lleno de incertidumbres."



L.M.A.
La trayectoria literaria de Antonio Muñoz Molina ha sido un camino ascendente, jalonado por hitos que han convertido al autor en punto de referencia de la cultura española. Con su primera novela, Beatus Ille (1986), consiguió el Premio Ícaro. A este primer logro seguirían el Premio Nacional de Literatura y el de la Crítica en 1988. Su actividad literaria se intensifica desde entonces convirtiéndose en asiduo articulista de los principales diarios del país. Su obra se sucede a ritmo frenético: artículos, ensayos, conferencias, adaptaciones al cine de sus obras, libretos de ópera, cuentos y, por supuesto, nuevas novelas. Beltenebros (Ediciones Cátedra), narrada en primera persona por el personaje principal, nos sumerge en el mundo del espionaje y de los bajos fondos, en la trastienda de las ciudades y en los ambientes nocturnos de un Madrid localizable en los años 60. La construcción de su trama se muestra como verdadero artífice de un estilo y de un modo de escribir, es el anzuelo que atrapa al lector.

Su obra Sefarad, es una geografía musical de voces narrativas en la que los narradores y los lectores comparten el destino trágico del terror totalitario que marcó el rumbo del siglo XX y de diferentes modalidades de destierro. Esta obra, más allá de los estereotipos cinematográficos y de los lugares comunes literarios, un universo de recreación ficcional vincula emocionalmente a los lectores en la radical experiencia de vivencias traumáticas a través de la técnica compositiva de la "Fuga" musical. Considerada como una de las obras maestras de la literatura actual, la palabra Sefarad encarna el símbolo universal de todas las víctimas que han conformado la memoria cultural europea compartida del Holocausto y del exilio republicano de 1939.

La edición anotada de Sefarad (Ediciones Cátedra, 2013) incluye la “Nota de lecturas” que el autor añadió al final de la obra para dar cuenta al lector del universo de testimonios del que nace la novela, y que ilustra a la perfección la función que cumple  Sefarad como portal de acceso a la memoria cultural europea compartida. Bajo el título “El Cuaderno Sefarad”, la edición ofrece los materiales y anotaciones recogidos en un bloc por el autor durante el proceso de escritura de la novela, y que Antonio Muñoz Molina ha cedido amablemente para la elaboración de esta edición crítica.

Muñoz Molina afirma que "la literatura es mi afición y mi trabajo, pero no creo que sea lo más importante de la vida, ni mucho menos que se baste para darle sentido. Más que la literatura me importa el bienestar de las personas que quiero."


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