sábado, 22 de octubre de 2011

Joao de Melo describe la guerra colonial portuguesa en “Autopsia de un mar de ruinas”



“Autopsia de un mar de ruinas”
Joao de Melo
Traducción: Rebeca Hernández
Editorial Linteo
Ourense, 2011 (386 pags)




Julia Sáez-Angulo


Hemos podido saber de la guerra colonial portuguesa a través de los cuentos de Joao de Melo (San Miguel, Azores, 1949), traducidos y publicados recientemente en España, pero ahora podremos hacerlo mucho mejor con su novela “Autopsia de un mar de ruinas”, traducida por Rebeca Hernández y editada por Linteo.

Joao de Melo estudió desde los diez años en Portugal, si bien participó en los servicios médicos durante la guerra colonial portuguesa, por lo que fue un testigo de excepción en un campo que no podía pasar desapercibido en el horror a un escritor.

Frente a otros autores como Georges Semprún, en quien la experiencia bélica y secuelas humanas que deja, paralizó el tema como campo de fabulación, Joao de Melo lo aborda en toda su verdad y crudeza, con una escritura rica y tensa que penetra en los escenarios geográficos y en el alma de los personajes. Si cada guerra tiene su narrador, la colonial portuguesa la tiene en Joao de Melo.

Un pequeño país gigante


El “Estado Novo” de Salazar y de Gaetano, utilizó como forma de narrar la grandeza de su país, un mapa en el que el Imperio Colonial Portugués (Angola, Mozambique, S. Tomé, Príncipe, Cabo Verde, Guinea Bissau, Macao y Timor Oriental) se superponía al territorio europeo occidental (cuyas dimensiones coincidían). En la parte inferior del mapa se podía leer la inscripción “Portugal no es un país pequeño”, se explica en la introducción que la traductora hace para centrar con acierto al lector.

Joao de Melo ha dado una estructura clara a la novela, al alternar los capítulos entre la visión de los soldados portugueses y los ejércitos de liberación de los países emergentes en la última fase del siglo XX. Dos visiones, dos posturas, dos incomprensiones, dos crueldades y heroísmos al mismo tiempo.

Joao de Melo rezuma también su visión y pensamiento a través de las páginas de la novela, sus tics, filias, fobias y burlas, entre ellas su sentir anti-iglesia y anticlericalismo, como también se puso de manifiesto en la presentación de su libro de cuentos en el Círculo de Bellas Artes. Quizás su rebote del seminario le haya llevado tristemente a ello.

El lenguaje ha sido cuidado por el autor portugués, que ha querido respetar vocablos portugueses de uno y otro lugar, metrópoli y colonias o provincias de ultramar, como las denominaba el poder. Un vocabulario al respecto se hace constar al final del libro.

Ciertamente hay que resaltar el trabajo de la traductora no siempre fácil, más allá del dicho “traduttore, tradittore”. El portugués de los distintos territorios no tienen una claridad semántica y gramatical definitivas o aceptadas como sucede con el español, debido al trabajo atento de las Academias de los países hispano hablantes.

En suma, “Autopsia de un mar de ruinas” es un libro interesante como literatura y como documento.

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