domingo, 1 de mayo de 2011

“El poder de la Religión en la esfera pública” de Jürgen Habermas y otros autores


“El poder de la Religión en la esfera pública”
Jürgen Habermas y otros autores
Edición Eduardo Mendieta y Jonathan Vananwerpen
Editorial Trotta
Madrid, 2011 (145 pags)




Julia Sáez-Angulo



Ni la vida pública es lo estrictamente racional, ni la religión irracional y privada. Solo posiciones intransigentes pueden atenerse a ello y sancionar o demonizar las incursiones de una en otra u otra en una, máxime cuando así no suele constar en las Cartas Magnas. El libro “El poder de la Religión en la esfera pública” de Jürgen Habermas y otros autores como Charles Taylor, Judith Bustler y Cornel West abordan el tema en sendos ensayos o ponencia de un coloquio.

Cuatro posiciones intelectuales de interés que despiertan el debate y la confrontación de miradas. El libro, publicado por Trotta, termina con una conversación entre Jürgen Haberlas y Eduardo Mendieta sobre la relevancia filosófica de la conciencia postsecular y la sociedad mundial multicultural.

En el contenido del libro se recogen capítulos como el “Diálogo entre Jürgen Haberlas y Charles Taylor”; “¿El judaísmo es sionismo?”, de Judith Butler; Religión profética y futuro de la civilización capitalista”, de Cornel West; “Diálogo entre Judith Butler y Cornel West; Debate final entre todos los autores y un epílogo de Craig Calhom.

“En el estudio de la esfera pública fue precursora la provocativa e incisiva “Historia y crítica de la opinión pública” de Jürgen Habermas, y los actuales debates sobre lo “público” y sus categorías relacionadas siguen estando estrechamente unidos a esta obra pionera elaborada hace más de cuarenta años”(...) “En esta obra Habermas no prestó suficiente atención a la religión, sin embargo en los últimos años el escritor se ha ocupado cada vez de las cuestiones religiosas, se dice en la introducción del libro.

Redefinición del secularismo


Charles Taylor se ocupa de que “necesitamos una redefinición del secularismo” y señala que el estado no puede estar oficialmente vinculado a ninguna confesión religiosa, a no ser en sentido residual y en buena parte simbólico, como en Inglaterra o Escandinavia. Pero el secularismo exige algo más. El pluralismo de la sociedad requiere que exista una neutralidad o “distancia por principio” (principled distance), por utilizar la expresión de Rajeev Bhargava.

“Si uno dice que se opondría a cualquier Estado que limitara la plena ciudadanía a un grupo religioso o étnico a costa de las poblaciones nativas y de todos los demás cohabitantes, podría fácilmente ser acusado de no entender el carácter excepcional y singular del Estado de Israel y, sobre todo, las razones históricas para mantener esa excepción”, escribe Judith Butler, que habla de la postura liberal sobre los principios clásicos de ciudadanía, que pudieran llevar a un genocidio.

El ultimo capitulo del libro habla de la sociedad post-estructural y multicultural, ante la que algunos políticos como Cameron o Sarcozy sienten que ha fracasado, ante imposiciones de unos al no querer arrostrar la democracia occidental con todos sus derechos humanos.

La “demonización” del laicismo liberal a todo lo que huela a religión, laicismo sectario y beligerante sobre el sentido de la trascendencia de los ciudadanos, es dificultad dolorosa y obstáculo de buena vecindad para muchos ciudadanos creyentes.

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