jueves, 8 de julio de 2010

San Fermín, dos chupinazos junto a dos iglesias de Madrid



Julia Sáez-Angulo

           08.07.15 .- Madrid también celebra San Fermín a su manera. La víspera, el día 6 de julio, suenan dos chupinazos puntualmente a las 12 del mediodía como manda la tradición: uno, en los jardines de la célebre iglesia de San Fermín de los navarros, situada en el céntrico paseo de Eduardo Dato y, el otro, en el gran patio de la Fundación Caldeiro, en la que el párroco navarro, el padre Javier Goñí, celebra la festividad en la parroquia de Nuestra señora del Dolor, del convento de Capuchinos Terciarios. El grito del chipinazo, ya se sabe: ¡Viva San Fermín!, seguidos de vítores a Navarra y España. El panuelo rojo atado al cuello es la enseña sobre vestimetna blanca.

San Fermín fue obispo de Pamplona. El obispo de Tolosa, San Saturnino, le envió a predicar el Evangelio a Pamplona y le consagró por su primer obispo. Volvió después de algunos años a las Galias, predicó el Evangelio en el norte de Francia. Murió en Amiéns en el siglo II. El celo evangelista de Fermín en su tierra Navarra fue tan grande como el de su antecesor Saturnino. La palabra entusiasta de Fermín los templos paganos fue eficaz, los ídolos se hacían pedazos. En poco tiempo el territorio se convirtió al cristianismo, según cuenta la tradición.

El día 7 de julio, en la iglesia y sede de la Real Congregación de San Fermín de los Navarros se celebró una misa solemne, en la que una coral Navarra entonó las canciones de la misa con ritmos de la tierra como la jota “Tiene los ojos azules/ la Navarra que yo quiero…” Jota que va siguiendo las numerosas advocaciones marianas de la tierra para elogiar sus imágenes.

La concurrencia a la Eucaristía y al chupinazo-convocada en buena parte por el delegado de Navarra en Madrid, Salvador Estébanez- fue muy numerosa y después se celebró con un refresco en los jardines del templo, donde se degustaron algunas especialidades navarras, donde no faltaba la chistorra. Quienes lo celebramos en el salón parroquial pudimos ver la colección de arte de la iglesia, compuesta por diversos cuadros, entre ellos una gran pintura sobre el cardenal Cisneros y sobre todo una talla de “El Niño Nazareno”, que algunos atribuyen a Cano, mientras que los historiadores Lorenzo de la Sierra y Francisco Espinosa de los Monteros lo atribuyen a La Roldana (Sevilla, 1652- Madrid 1706), la gran escultora del barroco español, hija del también escultor Pedro Roldán (1624- 1699).

Elisa Sáez, de Anima Artis, explicó como los querubineses que circundan los pies de "El Niño Nazareno" muestran semblantes compugidos al ver al Niño Dios que pisa el orbe de la tierra, donde sufrirá la pasión y muerte que anuncia su vestimenta.
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