miércoles, 9 de junio de 2010

Tapices de los amores de Mercurio y Herse en el Museo del Prado



“Los amores de Mercurio y Herse”
Una tapicería rica de Willem de Pennmaker
Textos de Concha Herrero Carretero
y Nello Forti Grazzini
Museo Nacional del Prado
Madrid, 2010




Julia Sáez-Angulo


Hubo un tiempo, en el Renacimiento, en el que los tapices eran más valorados que los cuadros en las testamentarias. Hoy no sucede tanto, pero los tapices históricos como los que muestra ahora el Museo del Prado, sobre “Los amores de Mercurio y Herse” son de una singularidad y valor únicos.

Son piezas de tapicería flamenca de Willem de Pannemaker, que se exhiben por primera vez en nuestra gran pinacoteca, una vez restaurados. Se encontraban dentro y fuera de España, en diversas colecciones y ahora se han recuperado para la ocasión.

“La restitución completa de la serie sobre los amores de Mercurio y Herse nos ofrece la oportunidad de entender la secuencia iconográfica de de la historia alegórico-mitológica basada en las Metamorfosis de Ovidio, así como valorar la calidad de una de las más importantes y ricas historias de la tapicería flamenca del siglo XVI, tejida por Wilhem de Pannemaker, miembro de la más célebre familia de tejedores de Bruselas, tapicero y proveedor de las cortes reales del Renacimiento flamenco, surtiendo de obras maestras, entre otras, a la corte de Carlos I de España y de su hijo Felipe II”, dice Miguel Zugaza, director del Museo del Prado.

Leticia Azcue Brea, jefe de conservación de escultura y artes decorativas del Museo y Concha Herrero Carretero, conservadora de Tapices de patrimonio Nacional han investigado sobre la serie y se sabe que el conjunto formó parte desde 1603 de la colección de francisco de Sandoval y Rojas, duque de Lerma y valido de Felipe III y pasó por herencia a la casa ducal del Medinaceli en 1673.

La casa de Alba es propietaria de buena parte de la serie y ha contribuido con ella a esta preciosa exposición, junto a la Fundación Casa de Medinaceli, la duquesa de Cardona y el Metropolitan Museum de Nueva York. De los dos ejemplares que el Museo del Prado conserva uno ingresó con el legado de la duquesa de Tarifa en 1934 y el segundo por adquisición del Patronato del Museo en 1965”, explica Zugaza.

“En su afán por seducir a Herse, Mercurio baja a la Tierra para unirse al grupo de doncellas en su camino de regreso a la residencia de Cécrope, rey de Atenas y padre de la joven, tras la ofrenda de la diosa Minerva”, cuenta Concha Herrero en el catálogo.

“La tapicería de Las bodas de Mercurio, colofón de la actividad del más célebre tapicero bruselense de los Habsburgo, es reflejo del interés de los nobles españoles por la tapicería flamenca, no solo para decorar sus palacios y ceremonias, sino también para enriquecer el tesoro heredado de sus antepasados y emular así las colecciones de los monarcas”.







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