lunes, 8 de marzo de 2010

El retrato de Corte con armaduras desde Carlos V en el Museo del Prado

"El arte del poder"
La real Armería y el Retrato de Corte
Comisario: Álvaro Soler del campo
Museo del Prado. Madrid
Del 9 de marzo al 23 de mayo



Julia Sáez-Angulo


Una hermosa exposición en la que se pone en relación las armaduras y el retrato de Corte tiene lugar en el Museo del Prado, organizada por Patrimonio Nacional y la Sociedad Estatal para la Acción Cultural en el Exterior (SEACEX) junto a la National Gallery of Art de Washington.

Las cuatro secciones de la muestra son: “El retrato de corte y las armerías de Carlos V y Felipe II”, “La ausencia de retratos armados en la segunda mitad del siglo XVI y su recuperación con Felipe III príncipe”, “La Real Armería en la pintura de corte del siglo XVII” y “El retrato borbónico en armadura: la tradición francesa y española”.

Treinta y cinco pinturas y treinta y una piezas de la Real Armería narran la evolución y el impacto que tuvo el retrato de corte entre los siglos XVI y XVII. Entre las piezas más sobresalientes, el cuadro de Tiziano “Carlos V a caballo en Mülberg” junto a la gran armadura ecuestre del emperador

La Real Armería Española es la mejor en armaduras, obras maestras de los hermanos Negroli o de la familia Helmchmid y la Armería de Viena, la que cuenta con mayor número de piezas. Ambas son históricas frente a las que existen en otros países como los Estados Unidos, por ejemplo. Le siguen las armerías de Estocolmo, Londres, París y Bruselas, según explicó Álvaro Soler del Campo, comisario y conservador jefe de la Real Armería de Madrid.

La Real Armería Española cuenta con más de dos mil armaduras, que suman más de siete mil piezas. El gusto por la armería de parada nació en la corte de Borgoña con Maximiliano y de ahí pasó a su hijo Felipe el Hermoso y su nieto Carlos V, que fue retratado con armadura siendo niño, en un singular retrato de autor anónimo. Felipe II sin embargo se distanció del gusto de su padre y, tanto en pintura como en armería, cambió de autores.

Armaduras, tapicerías y pintura

La belleza y riqueza de las armaduras daban cuenta de la imagen del poder. No hay que olvidar que una gran armadura podía costar tres mil ducados de oro mientras que por una pintura de Tiziano tan solo se pagaban mil. Armaduras, tapicerías y pinturas, por este orden, de importancia se calculaba la riqueza artística del Emperador.

Una armadura completa puede pesar entre doce y veinte kilogramos. Las armaduras dejaron de ser sola imagen militar para convertirse en objetos deportivos de torneos o de parada. Todavía con los Borbones se llegan a ver armaduras en la pintura como en el cuadro de Fernando VI niño de Jean Ranc o el soberbio “Carlos III” de Mengs, si bien el esplendor de la Real Armería en Madrid tuvo lugar con el Emperador Carlos V (1527-1558) y su hijo Felipe II (1527-1598)

Cuentan que cuando Felipe II, entonces príncipe, nombrado rey de Nápoles para casarse con María Tudor en Inglaterra, encargó una soberbia armadura para lucir en los torneos de Hampton Court, si bien lamentablemente no ha quedado plasmada en pintura alguna.

Entre las piezas más significativas figuran la celada de parada del Emperador Carlos V (1533), la “Rodela de la apoteosis de Carlos V”, (1535-1540); la “Armadura llamada de la labor de las flores” (1550); el “Felipe II” (1550-1551) pintado por Tiziano.; el “Carlos V con una espada a la edad de siete años” (1508), o “El socorro de Génova por el marqués de Santa Cruz” (1634-35) de Antonio de Pereda. La soberbia espada de los Reyes Católicos figura igualmente en la muestra.





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