martes, 3 de noviembre de 2009

"Lagrimas de Eros", una llamativa exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza

Lágrimas de Eros
Museo Thyssen Bornemisza
Paseo del Prado, 8; 28014 Madrid
Comisario: Guillermo Solana

Fundación Caja Madrid
Plaza de San Martín, 1
28013 Madrid


Julia Sáez-Angulo


Toda la estética parece derivar hacia la erótica y al sexo parece desprenderse de esta singular exposición, con un título tomado del texto del último libro del pensador francés George Bataille titulado “Les larmes d´Eros” (1961). Comisariada por Guillermo Solana, conservador-jefe del Museo Thyssen-Bornemisza, la muestra aborda la eterna relación de Eros y Tánatos, como haz y envés de la vida, como componentes de un mismo ser, como una experiencia sagrada.

El erotismo es atracción, deseo, prohibición, tabú y su consumación engendra transgresión y conocimiento. “Conocer”, llama la Biblia a la entrega mutua de la pareja amorosa. La experiencia erótica de la consumación tiene cierta sacralidad que acerca en su intensidad de pérdida a la muerte.

La exposición del Museo Thyssen acoge 119 obras de distintos autores y procedencias para abundar la tesis del comisario, que según confesó buscó un tema de cierto impacto ante el hecho de que algunos proyectos no alcanzaban las expectativas esperadas. El proyecto fue acogido por la baronesa Carmen Thyssen-Bornemisza que le apoyó desde el comienzo.

El recorrido de la muestra se parcela en las distintas visiones de la cultura clásica y cristiana, nuestra raíces e imaginario común, como son los temas de la Esfinge seductora; Eva y la serpiente en el paraíso; Andrómeda y el martirio de San Esteban como versiones femenina y masculino de desnudos atormentados; El Beso como unión y vampirismo.

El sueño y la muerte erotizada con Endimión y Ofelia

En Caja Madrid podemos contemplar la visión del sueño y la muerte erotizada con figuras como Ofelia, joven muerta en el lago; Endimión, dormido para contemplación eterna de Selene; Jacinto… Finalmente la calavera junto a la desnudez penitente de María Magdalena; Judit y Holofernes; Salomé y el Bautista… El belga Paul Delvaux, con sus obsesiones de las nínfulas o Lolitas, no podía faltar. Balthus estaría en la onda y no digamos su hermano.


Entre las piezas que se pueden contemplar se encuentran la “Eva” naive del aduanero Hanri Rousseau; “La Mujer en las olas” (1868) de Gustave Courvet; el “San Sebastián” (1615), escultura de Lorenzo Bernini; “La fuente” (1869 – 1870) de Camille Corot… Y obras más recientes como Rineke Dijkstra con “Hilton Head Island” (1992); “El beso” (Bela Lugosi), 1963, de Andy Warhol, así como diversas visiones del cine, un video de David Beckham.

Eros, voyeurismo, mirada mórbida; pedofilia; necrofilia, exhibicionismo, sadomasoquismo, canibalismo, somnofilia… El arte no es inocuo. El deseo siempre es complejo; la sexualidad, individualizada… Si el Museo Thyssen-Bornemisza busca sobre todo masiva afluencia en sus exposiciones, esta sería el prototipo. Pero los museos públicos debieran de estar más allá de esta sola aspiración.



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