miércoles, 21 de octubre de 2009

Gabino Amaya, Retrato pictórico del escultor en el Museo de Bellas Artes de Badajoz

boceto



Julia Sáez-Angulo


           El Museo de Bellas Artes de Badajoz ha adquirido un retrato del escultor extremeño Gabino Amaya (Puebla de Sancho Pérez, Badajoz, 1898- Madrid, 1979) , realizado por su nieto el pintor madrileño del mismo nombre, que ha expuesto recientemente sus obra sobre mitología grecolatina en el Espacio Casar.

Una de las carencias más notorias del arte contemporáneo es la ausencia del cuerpo humano en su representación y esa privación produce en más de un artista cierta inquietud, nostalgia o melancolía. Esta afirmación reconocida por la crítica de arte, se ha salvado en buena parte por medio de la fotografía, pero desterrar la armonía del cuerpo humano de la pintura, del arte del pigmento, la ha empobrecido cuando no banalizado.

La representación del cuerpo humano ha sido en la tradición pictórica un punto de referencia como belleza y clave de la proporción áurea. Una representación no exenta de dificultad, que se exigía en las Academias y Escuelas de Bellas Artes. La Escuela Española de Pintura y el Museo del Prado son ejemplos elocuentes en la representación de la figura humana en toda su riqueza anatómica.

Algunos artistas como Gabino Amaya (Madrid, 1961) -nieto del gran escultor del que hereda su mismo nombre-, no ha caído en la trampa de la fácil representación y ha llevado el cuerpo humano a su pintura, con frecuencia de gran formato, a veces incluso a escala natural. Con ello da rienda suelta a su gusto y constata su admiración por la pintura del siglo XVII, no en balde considerado el Siglo de Oro. También la pintura del XIX ha dejado ejemplos espléndidos en el campo citado.

El desnudo, fundamentalmente femenino es un motivo de representación muy querido por Gabino Amaya, un artista que nació y vivió pintor, por cuanto lleva haciéndolo desde los cinco años y no ha tenido otra actividad que su ardua y exigente dedicación a la pintura. El desnudo como hermoso pretexto para expandir la pincelada, para aplicar el óleo con precisión y acierto, para evocar unos cuerpos que van más allá de la representación realista.

La mitología greco-latina es otro campo abordado por el pintor. La mitología, según los estudiosos, cristaliza las conductas humanas en una serie de mitos o historias de validez universal. Ícaro y Dédalo; Las edades de Baco; Las tres Gracias; Concierto para Venus...son algunos de los títulos de su serie iconográfica llevada a cabo por el autor.

El retrato es un género bien trabajado por G. Amaya. Empresarios, políticos, intelectuales, escritores, músicos y damas se han puesto ante su caballete, donde el artista establece el reto y la batalla entre el pintor y el modelo, la realidad y la representación, el ser humano y su reflejo en el color y la forma.

Bodegones y escenas de género son otros aspectos del trabajo del pintor que no pone límites a las retinas. Dibujo y cromatismo, equivalentes a inteligencia y pasión, según la enseñanza de don Eugenio D´Ors, forman parte de la maestría de este artista, que no renuncia a la figura y al cuerpo humano porque está convencido de su valor permanente.

Gabino Amaya reconoce entre sus maestros, además de a su abuelo, el escultor del mismo nmbre, Gabino Aaya, a los pintores Pedro Mozos y Agustín Segura

Retrato de Julia Sáez-Angulo, por Gabino Amaya


Más información: http://www.gabinoamaya.blogspot.com/




1 comentario:

Anónimo dijo...

Definitivamente Gabino Amaya Guerrero fue un escultor de altura. La naturaleza de sus obras es maravillosa, combina expresiones profundas y talles exactos que suman drama y esencia al mensaje que quiso transmitir a través de sus piezas talladas.

Me inspira mucho la obra de este escultor.