sábado, 24 de octubre de 2009

Gregor von Rezzori narra la vida del Imperio austro-húngaro en una Trilogía



Julia Sáez-Angulo

Nadie ha narrado como él lo que fue la caída del Imperio Austro-húngaro al que perteneció su país, la Bucovina y el paso a otra época distinta. Gregor von Rezzori (Czernovitz, 1914- Toscana, 1998), un aristócrata rural que vio desintegrarse un mundo y renacer otro que no tenía la hermandad y fraternidad de un Imperio en el que quizás, una vez en la vida, se veía pasar la figura del Emperador, como una sombra sagrada e irreal.

La editorial Anagrama en su colección Panorama de narrativas ha publicado las tres novelas más representativas del autor bajo el título de “La gran trilogía”: Un armiño en Chernopol; Memorias de un antisemita y Flores en la nieve. Todas ellas guardan numerosas experiencias biográficas, si bien la segunda es quizás la más cercana a su propia vida. Un niño que crece en la vieja idea del cordón umbilical del Sacro Imperio Romano de Carlomagno, del Imperio Austro-húngaro, como algo inherente a su ser, su familia, su historia… lo que no obsta para que tenga sus contactos con niños judíos y amores con mujeres judías. Pero a la hora de elegir y entender la persecución germánica los ciudadanos de origen hebreo, toma una posición mental muy particular a favor de la gran Alemania y la superioridad de la raza blanca y cambia las tornas cuando ve la invasión de Austria por Alemania. Su padre no puso soportar la cara de Hitler en el periódico como invasor del territorio.

Cuando los pueblos no están sujetos a un Imperio los hombres se pelean entre ellos, piensan algunos. Eso explica que hayan de estar siempre bajo la férula de la pax romana de Augusto o la pax americana del siglo XX. Los sucesivos Imperios, inglés, francés, austro-hungaro, soviético y USA han apaciguado pueblos –por no decir tribus belicosas. Hoy en día es la Alianza Atlántica es la que consigue pacificar pueblos como los Balcanes o Afganistán. Esa es también la idea que de modo irónico sostiene Rezzori.


Comparado con Robert Roth y Robert Musil


Tengo metida la Babel del Imperio austro-húngaro escribe Rezzori, una tierra en la que se hablaba alemán, rumano, yidish, polaco, magiar, ucraniano, gitano… Manejó un pasaporte rumano que le sirvió para no enrolarse en el ejército. Resulta divertida la descripción de su ciudad y su país como sucesivo territorio “ex” de numerosas situaciones políticas que pasa por Turquía o Austria. “Czernowitz es ahora Ucrania, peo era entonces la Bucovina, y la Bucovina quedaba en la Rumanía, y Rumanía no existía, sino que pertenecía al imperio austro—hungaro” es el fragmento que puede leerse junto a la pirámide en la Toscana en la que se esparcieron sus cenizas. Rezzori se caso en Italia con Beatrice Monti della Corte, una mujer que lo hizo feliz y lo acompañó en su vida de hombre exquisito.

Creía en la gran Alemania y temía a los judíos con los que, por otro lado, se había relacionado siempre. La llegada de Hitler y la invasión de Austria cambiaron sus posiciones. Las contradicciones del autor sobre su origen, posición, vida, Imperio… han dado lugar a su gran desarrollo literario con un mundo propio lleno de sutileza y elegancia. Al fabular se narra a sí mismo en una geografía y momento histórico que le resultaron familiares.

Hermosa la escritura para narrar y describir personajes. La crítica ha comparado a Rezzori con autores de la talla de Joseph Roth y Robert Musil. Fue ganador de prestigioso premio Fontane por su novela Un armiño en Chernopol, que versa sobre la Europa de entreguerras. Rezzori ha creado un mundo literario en un corpus de libros que nadie debiera perderse.






La gran trilogía
Gregor von Rezzori
Anagrama. Panorama de narrativas
Barcelona, 2009 (893 pags)

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